He tenido el placer de acompañar estos días de verano de un libro que me ha sorprendido gratamente, un relato que mezcla la realidad contrastada históricamente con la ficción, muy bien estructurado y que pide ser leído incluso de un sólo tirón:
Portada del libro
En él mi amigo y compañero de profesión Eugenio Fernández Barallobre sorprende con una narrativa dinámica y muy entretenida, llena de recursos literarios que ya sospechaba en su persona, y nos cuenta, primero él mismo, y al final pone en su propia boca las aventuras y desventuras de Adolfo Ribera, joven teniente del arma de Infantería, que presta servicio en uno de sus primeros destinos, y del que ya no te cuento nada más, únicamente que aquel día de 1921:
"El polvo de la carretera le secó la garganta. Una ráfaga de viento caliente, pegajoso, le abofeteó el rostro poco acostumbrado a aquel clima extremo"...
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